LUCÍA MARÍN

Lucía Marín

Lucía quiso leer antes que hablar. Pasaba el dedo por los cuentos y entonaba sonidos raros. Cuando al fin aprendió a descifrar las letras, se puso a desordenarlas y fueron apareciendo montones de historias nuevas.
Llegó a inventarse cientos de principios a lo largo de sus tardes. Los finales (felices o no) siempre eran interrumpidos por la hora de cenar. Ahora procura levantarse temprano y apuntar las ideas, para que la acompañen al día siguiente y todo el tiempo que quiera.